Repasaremos a continuación algunos errores que se cometen fácilmente en los relatos y novelas de escritores noveles. Algunos de estos errores son muy básicos y otros se pulen con el tiempo. Lo importante, como siempre, es la práctica, el no tener miedo a cometerlos, pero si poner interés en reconocerlos y mejorar.
Errores ortográficos
Este tipo de errores son muy comunes, especialmente al inicio. Con el tiempo, cuanto más se lee y más se escribe, menos faltas ortográficas se cometen. Para evitar publicar una obra con este tipo de errores, utiliza correctores ortográficos con frecuencia, pero sobre todo revisa, relee tus textos.
Y para combatir tus propios errores ortográficos: lee mucho. Cuanto más leas mejor preparada estarás para ir reduciendo cualquier tipo de falta.

Utilizar el guión (-) en lugar de la raya (—)
Si en tus diálogos, utilizas la raya para marcar el inicio de la participación de cada personaje, los lectores sabrán que eres un escritor novel. Preocúpate para aprender ese detalle, utilizar la raya, que el procesador de texto sabrá como aplicarle formato adecuadamente. Para saber más acerca de cómo escribir correctamente los diálogos visita este enlace.
Puntuar incorrectamente
Puntuar bien es complejo al principio. Lograr una buena soltura a la hora de escoger cómo utilizar coma, punto y coma, punto y puntos suspensivos es algo que lograrás como siempre: leyendo mucho y escribiendo mucho.
Recuerda que tener un buen conocimiento del uso de la puntuación es esencial para que el lector pueda interpretar correctamente lo que quieres decir. En demasiadas ocasiones el sentido de una frase se malinterpreta precisamente por una coma fuera de lugar.
Utilizar frases extremadamente largas y abusar de las subordinadas
Si tus frases son demasiado largas cansas al lector. Tus lectores necesitan las pausas adecuadas para poder ir digiriendo la historia y las descripciones. Si abusas de frases yuxtapuestas y subordinadas crearás una sensación interminable para el lector que es agotadora. Mejor recorta. Sé conciso y utiliza frases más largas solo cuando sea necesario o cuando el estilo te lo pida.
No tener un lenguaje rico
Enriquece tu léxico constantemente. Lo mejor es que durante la niñez te hayas empapado de miles de palabras que aumenten tu capacidad de expresar una misma idea de formas diferentes. Hazte con todos los sinónimos que puedas. Investígalos cuando no los tengas. Anota palabras nuevas que te parezcan interesantes e incorpóralas a tu vocabulario habitual.
No tengas miedo de hablar mejor y con más riqueza, porque eso hará también que escribas mejor.
Utilizar palabras poco habituales o muy técnicas con demasiada frecuencia
Tener un vocabulario rico no significa ser pedante. Las palabras más complejas, extravagantes o técnicas se suelen introducir en los relatos con calzador. Es decir, no están provistas de la naturalidad suficiente en el contexto como para que al lector le resulte normal toparse con ellas.
Son aquellas palabras que llaman la atención sobremanera, como si se encontraran en tu texto parpadeando con una luz. Resultan incómodas y tienen la terrible capacidad de absorber la atención del lector relegando tu historia a un segundo plano.
No tener un buen compendio de metáforas
Las metáforas son un recurso muy necesario para darle riqueza a tu historia y a cómo la cuentas. Hay autores que tienen una enorme capacidad de generarlas a través de su creatividad. Pero por lo general es algo que puedes ir desarrollando y mejorando. Para ello ve haciéndote con metáforas a través de la lectura. Analízalas, aprende cómo están hechas, y pronto podrás desarrollar las tuyas propias.
El uso de verbos y palabras baúl es de escritores noveles
Las palabras baúl son aquellas no llegan a ser abstractas pero tampoco lo suficientemente descriptivas como para sacar al lector de dudas. Hay cientos de ellas y debes huir de su uso: eso, cosa, tema, bueno, ropa, animal, andar, hacer, tener, dar, poder…
Vamos a hacer un pequeño ejercicio, en las siguientes líneas trataremos de decir lo mismo utilizando diferentes palabras. Verás que todo alrededor de las oraciones cambia.
- Juan andaba por el camino que iba a su casa.
- Juan caminaba por la senda hacia su hogar.
- Juan pisaba con fuerza el camino con la idea de calentarse en la estufa de su salón.
Que la historia pise los detalles de los personajes
En ocasiones, los escritores noveles cometen el error de tener muy claro por dónde debe discurrir la historia, tanto que en ocasiones olvidan los detalles de los propios personajes que deberían impactar en ella.
Si un personaje se ha definido como tímido, no podemos hacer que cante en público solo porque en la historia lo necesitamos, tendremos que ver qué implicación tiene su timidez en la escena, al sentirse obligado a hacerlo o si bebió para desinhibirse, etc.
Que las descripciones sean excesivas, se amontonen o no sean acordes a la historia
Cuando el escritor realiza descripciones puede cometer el error de utilizar demasiados adjetivos y hacer una larga exposición sobre un personaje o una escena. El lector tan solo se quedará con algunas pinceladas y se saturará con el resto. Las descripciones deben ajustarse para expresar mucho con poco. La regla del menos es más aplica también aquí.
Además, evita describir constantemente. Porque en ocasiones un relato se delata escrito por un novel cuando en una misma página encuentras la descripción detallada de dos personajes diferentes y del lugar en el que están. Mejor reparte esas descripciones en diferentes momentos, según la historia las vaya necesitando.
¿Te han servido estos consejos para escritores noveles? ¿Crees que puedes aportar alguno más? Déjalo en los comentarios.
Última modificación: 10 de abril de 2023